36 kilómetros. Esa es la distancia aproximada que he recorrido en menos de una semana. He salido tres veces a correr desde el pasado día seis. Salí el miércoles, el viernes y ayer domingo; unos doce mil metros cada día. Nunca antes había corrido tanto en tan poco tiempo.
El ritmo al que corro es más bien lento pero no importa, ahora mi prioridad es la de acostumbrarme a hacer más de diez kilómetros con asiduidad ya que mi intención, como hace casi un año, es la de correr una media marathon después del verano.
Estoy contento. No he sufrido demasiados dolores y, a pesar de que a partir del minuto 45 de carrera contínua empiezo a sufrir una importante sobrecarga, me siento cómodo.
Google maps. Desde la puerta de mi casa hasta la de mi amigo Agus que vive en Molins de Rei, unos doce kilómetros. Buffff, qué guay. - Oye Agus, que voy a cenar a tu casa. En una horita estoy por ahí.
Me apetece y me obsesiono con facilidad. Ayer hice una incursión hasta Sant Joan Despí siguiendo la carretera vieja que va por los pueblos, la prolongación de la Carretera del Mig de Hospitalet que se convierte en Vía Llobregat cuando atraviesa Cornellà. La experiencia fue muy guapa. Me sentí libre, trotando por zonas que desconocía, apretando un poco el ritmo a partir del kilómetro seis y respondiendo muy bien hasta el diez. Correr mola mucho pero creo que engancha. Y es que ya estoy pensando en la ruta de mañana.
Ahora que se ha acabado la temporada futbolera toca asfalto. Toca cronómetro. Toca pezones magullados por el roce. Nada comparable a la sensación de completar un circuito largo. Nada como la tranquilidad absoluta después de la ducha.
Nos vemos en la carretera.
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