viernes, 11 de julio de 2008

HAY COSAS QUE NUNCA CAMBIAN



Año 1974. Un joven Serrat interpreta un tema maravilloso: Mediterráneo. Fijaos en la estética de aquellos años. Todo ha cambiado tanto que me parece un mundo fantástico, un mundo que no ha existido jamás.

En el 74, este país seguía gobernado por un dictador y, como todo dictador, Franco se había procurado unos medios coactivos para controlar el pensamiento de la sociedad. Las consecuencias fueron funestas: falta de progreso, falta de derechos, falta de libertad, imposiciones arbitrarias y, lo peor de todo, la obligación de tener que aceptar unas reglas del juego creadas por una élite de mente cerrada. A pesar del mal trago que tuvieron que pasar nuestros padres y abuelos, todo acabó con la llegada de la democracia. Y es que el cambio de mentalidad ha sido espectacular. Es cierto que todavía queda mucho por recorrer, es una realidad que todavía existe una parte importante de la sociedad española anclada en el pasado, en la irracionalidad y en los prejuicios pero no es menos cierto que, en un período de tiempo relativamente corto, este país, crisol de diferentes nacionalidades y culturas, ha dado un gran paso adelante.

Y, como me he enredado en el tema político, toca poner las cartas boca arriba. El tema de la identidad nacional, a pesar de su complejidad, es algo que nos toca de lleno. Quizás porque soy hijo de padres no catalanes, quizás porque me siento tremendamente orgulloso de ser catalán, quizás por el hecho de haber crecido en un barrio obrero del cinturón industrial de Barcelona donde las prioridades eran otras, no sé... Quizás por todo ello no me siento identificado con la pureza de raza. No me siento completamente español pero tampoco completamente catalán. De lo que sí estoy convencido es de mi falta de sintonía con cualquier nacionalismo. Quizás porque he vivido entre la diversidad o quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa... Me siento más cercano a lo que expresa el maestro Serrat en esta canción. El sol, la playa, la siesta, un buen tinto del Penedés o las sardinas a la brasa forman parte de mi historia, de nuestra cultura. Y es que hay cosas que, como la esencia mediterránea, nunca cambian.

1 comentario:

maf dijo...

El orgullo de "ser y no ser" al mismo tiempo (catalán, español, europeo, mediterráneo, hospitalense...), es algo que los extremos nunca comprenden.
Pero, para muestra, dos botones.
Se puede ser sin ser, y no ser siendo.
¡Aquí estamos nosotros! :)