miércoles, 2 de abril de 2008

SANGRE VERDE

Me siento feliz en este equipo. Disfruto de todo: de la pista de asfalto, de las zapatillas rotas, de las duchas frías, de poner las redes sábado sí y sábado no. De nuestros mayores, ante los que hay que quitarse el sombrero. De nuestros jóvenes, que empujan fuerte y de los que me siento orgulloso y de mis compañeros de toda la vida, a los que ya considero como amigos.

El día que llegué al colegio por primera vez tenía dieciéis años. Entraron por la puerta dos tíos con el pelo largo y camisetas de grupos de rock nacional. Uno era rubio y pecoso. El otro era yo. Entramos juntos en la pequeña habitación que hacía las veces de despacho cutre, con teléfono de los antiguos, sede del antiguo APA (ahora AMPA). Allí había un tío moreno de piel y facciones de currante. Estaba fumando tabaco negro, ducados creo recordar.

-Hola, soy Javi y él es Felipe... Nos han dicho que buscáis entrenadores para equipos de niños.

Allí empezó esta historia. Después, llega un sábado de madrugada y te descubres bailando con el del ducados, con los otros monitores y con los niños a los que habías entrenado cuando tenías dieciseis años. Eso es lo bonito del Muntaner. Nosotros no jogamos bonito. No tenemos jugadas ensayadas ni dinero para un pabellón. Nosotros somos gente humilde, gente del barrio que hemos luchado por hacer del fútbol algo divertido y algo no excluyente. En el Muntaner la gente es de buena pasta y eso se agradece.

No sé si es por la edad o porque ahora tengo una perspectiva diferente pero, de un tiempo a esta parte (como diría Ismael Serrano), valoro todo lo relacionado con el cole más si cabe. Cada vez, no sé si porque temo perderlo con todo lo que ha pasado, siento un mayor agradecimiento hacia Santiago, hacia Gavilán o hacia Ramiro. Son personas que no tienen ninguna necesidad de hacer lo que hacen pero SIEMPRE responden. Creo que lo justo es que lo reconozcamos y que se lo hagamos saber.

Respecto a la gente del senior A, podría pasar toda la noche delante del ordenador sin dejar de escribir de vosotros. Os aprecio más de lo que podéis pensar. Sois buena gente y lo que siempre he querido es que, además de daros cuenta de las cosas, actuéis en consecuencia. Sé que me quejo mucho de alguna de vuestras actitudes pero pensad que si lo hago es porque sé que van en vuestra contra. También creo que es de justicia reconocer lo mucho que habéis cambiado. Os hacéis mayores y con la edad vais pensando más en lo colectivo y menos en lo individual. Es el camino... Además, tenéis un reto en el futuro más inmediato: de vosotros depende la continuidad del club, los equipos o lo que seamos. ¿Estáis dispuestos? ¿Entendéis de lo que hablo? Espero que os guste el verde tanto como a mí.

En cuanto al equipo de los purelas, sólo una cosa. Durante todos estos años lo he pasado realmente bien. Desde el primer día encontré a gente dispuesta a dejarme entrar en esa secta que es la vuestra. Supongo que el hecho de ser un máquina sobre el terreno de juego me ayudó bastante. Hoy, con el número tres a punto de formar parte de mis pasteles de cumpleaños, tengo la suficiente capacidad para entender que merece la pena formar parte de vosotros. Os considero mis amigos. Y no me avergüenza escribirlo, todo lo contrario, es necesario para mí que lo sepáis. Son bastantes años de gritos en el vestuario y de remontadas con dos cojones, pero por encima de todas las cosas, son bastantes años de risas, de compañerismo y de buena compañía.

Y por último, a toda la gente que llegó del más allá: Dani, Desi, Víctor, Eli, Óscar, el gran Sergito. Gente como vosotros no podía acabar en otro sitio que no fuera el Muntaner. Gracias.

Reconozco mi extenso discurso pero es que me he puesto melancólico. Hoy he hablado con José (del AMPA) y me ha dicho que las responsables de dicha asociación se niegan a dar de alta de nuevo las fichas. Que ya es demasiado tarde. Me huele mal. Muy mal.

Me despido. Antes, un último apunte dedicado a Medina. Sergio, cuando te veo jugar vuelvo a recuperar la fe en la camiseta verde. Mis relaciones sexuales dieron un vuelco desde que fichaste por el equipo. Ahora sonrio cuando oigo decir que este o aquel equipo tienen un tío que juega mucho. Entonces, yo pienso: nosotros tenemos al burlanga mayor del reino. El día que nos dejes, cosa que espero no suceda nunca, una nube negra se posará sobre la pista de cemento y ya jamás los pajarillos volverán a cantar. Sólo serán capaces de recordar que alguna vez, un tío canijo y de piernas largas, bombardeó las escuadras de metal.

3 comentarios:

maf dijo...

guau!
de pronot, me paso por aquí, y tres posts nuevos (aunque ya sé el truco! copia-pega).
cuanto más te leo, más cosas nuevas descubro que me hacen admirarte.
esa forma que tienes de forjarte amigos para toda la vida. pocos pero duraderos.
es algo que siempre he admirado en tí.
vayas donde vayas, te cuesta un poco al principio abrirte a la gente, pero en cuanto lo haces, te adoran, y lo hacen para siempre.
yo soy más del aquí y ahora.
mis amistades suelen durar lo que duran los proyectos comunes (cole, instituto, discoteca, curro...), pero dificilmente se estiran en el tiempo.
¿cómo lo haces?
es imposible que nadie se canse de ti.
te quiero, tio.
ah! tengo una conversación importante pendiente contigo. a ver cuando nos vemos.
un besote.

JAVIER dijo...

Lo de la amistad y su durabilidad es algo de una importancia relativa. Para mí, lo importante es la calidad de la relación aunque sobre este tema hay perspectivas diferentes. Hay personas que no necesitan de una vinculación afectiva demasiado fuerte para vivenciar con gusto una relación interpersonal.

Otras personas, simplemente, se relacionan como les han enseñado. En cuanto a mis amigos, los de toda la vida, siento una especial vinculación con ellos. Aún así, no nos relacionamos bajo los parámetros de la típica amistad de película. Nos cuesta abrirnos entre nosotros y, la mayoría de las veces, evitamos hablar de lo que sentimos los unos acerca de los otros. ¿Es lo mejor? Probablemente no, pero en mi fuero más íntimo sé que me importan. Como tú. Igual que me importas tú. Aunque no hablemos casi nunca de lo que nos queremos. Soy consciente de tu amor por mí. En todo caso, a las personas, en la vida real, nos cuesta exponernos de forma honesta. El miedo a que nos dañen hace que tengamos retincencias a hablar desde el corazón. Y utilizamos disfraces. Y nos relacionamos desde nuestros roles sociales, desde nuestras zonas de seguridad.

Te quiero Marta. Es un orgullo ser tu hermano.

maf dijo...

No debo leer tu blog en horas de trabajo.
Me encuentro estos comentarios y se me llenan los ojos de lágrimas (de felicidad, que conste), y así cualquiera disimula que está navegando por internet...

Muaks!

P.D: El papa quiere quedar con nosotros el finde de su cumple. El día 30 por la noche va a cenar con una amiga, pero el sábado o el domingo tendríamos que reservar para llevarnoslos (a la yaya tb) a comer por ahí. Tenemos que hablarlo, ok?