jueves, 24 de abril de 2008

NO ESTÉS TRISTE



El 13 de mayo se estrena el videoclip "No estés triste" del nuevo LP de Manolo García, "Saldremos a la lluvia". Se va a hacer muy dura la espera. Seguro que merece la pena. Escuchando esta canción se me hace la boca agua.

Y sobretodo, no estés triste...

miércoles, 23 de abril de 2008

SANT JORDI 2008

Hoy es el día de Sant Jordi, para mí, el verdadero día de los enamorados. Cada 23 de abril se fusionan de forma entrañable la magia de los libros, del lenguaje y de las palabras con el encanto y la belleza de las rosas que llegan desde todo el mundo para, en la mayoría de los casos, cumplir con un cometido especial: simbolizar el amor que se siente por la persona amada.


Este post va para ti cariño. Capaz de soportarme con una perenne sonrisa todos los días de nuestra vida. Va dedicado a ti porque es de justicia reconocer tu belleza, la cual no palidece cerca de esta rosa.

Por tu manera de ser. Por tu manera de entender el mundo. Por tu manera de actuar y por tu forma de sentir. Por todo ello y por mucho más... Te quiero.

lunes, 21 de abril de 2008

MIS ZAPATILLAS NUEVAS



















Con estas zapas pienso acometer los entrenamientos de mi primera media marathon. Hoy las he estrenado por las calles de Bellvitge. Han sido cinco kilómetros y medio bastante intensos y lo mejor de todo es que me he sentido realmente cómodo con ellas.

Muchas veces me pregunto por qué me gusta correr. Es una mezcla de sensaciones. Se mezcla el cansancio con la serenidad posterior al esfuerzo. Se mezcla la pequeña molestia de las pulsaciones elevadas con la percepción de control de ese estado de sufrimiento, un sufrimiento aceptable, pero sufrimiento al fin y al cabo.

A pesar de todo lo anterior, creo que lo que más me llama la atención de correr es la expresión de un íntimo deseo de escapar de los demás. El aislamiento que experimento al correr, aislamiento en el cual me encuentro a mí mismo, hace que recupere mi sentido del yo. Cuando no corro, soy Javi en relación con algún otro. En relación con mi mujer, en relación con mis padres, con mi hermana, con mis amigos o con los vecinos del sexto. Cuando corro, soy Javi en relación conmigo mismo. Y me gusta. Puede que sea un reflejo de mi propia timidez. Puede que el correr sobre el asfalto de la carretera sea una articulación de mis ganas de escapar de los demás. No lo sé. Lo que sí que sé es que, a la vez que me agota, me renueva por dentro. A la vez que me debilita, me fortalece.

Me gustan mis zapatillas nuevas.

miércoles, 2 de abril de 2008

SANGRE VERDE

Me siento feliz en este equipo. Disfruto de todo: de la pista de asfalto, de las zapatillas rotas, de las duchas frías, de poner las redes sábado sí y sábado no. De nuestros mayores, ante los que hay que quitarse el sombrero. De nuestros jóvenes, que empujan fuerte y de los que me siento orgulloso y de mis compañeros de toda la vida, a los que ya considero como amigos.

El día que llegué al colegio por primera vez tenía dieciéis años. Entraron por la puerta dos tíos con el pelo largo y camisetas de grupos de rock nacional. Uno era rubio y pecoso. El otro era yo. Entramos juntos en la pequeña habitación que hacía las veces de despacho cutre, con teléfono de los antiguos, sede del antiguo APA (ahora AMPA). Allí había un tío moreno de piel y facciones de currante. Estaba fumando tabaco negro, ducados creo recordar.

-Hola, soy Javi y él es Felipe... Nos han dicho que buscáis entrenadores para equipos de niños.

Allí empezó esta historia. Después, llega un sábado de madrugada y te descubres bailando con el del ducados, con los otros monitores y con los niños a los que habías entrenado cuando tenías dieciseis años. Eso es lo bonito del Muntaner. Nosotros no jogamos bonito. No tenemos jugadas ensayadas ni dinero para un pabellón. Nosotros somos gente humilde, gente del barrio que hemos luchado por hacer del fútbol algo divertido y algo no excluyente. En el Muntaner la gente es de buena pasta y eso se agradece.

No sé si es por la edad o porque ahora tengo una perspectiva diferente pero, de un tiempo a esta parte (como diría Ismael Serrano), valoro todo lo relacionado con el cole más si cabe. Cada vez, no sé si porque temo perderlo con todo lo que ha pasado, siento un mayor agradecimiento hacia Santiago, hacia Gavilán o hacia Ramiro. Son personas que no tienen ninguna necesidad de hacer lo que hacen pero SIEMPRE responden. Creo que lo justo es que lo reconozcamos y que se lo hagamos saber.

Respecto a la gente del senior A, podría pasar toda la noche delante del ordenador sin dejar de escribir de vosotros. Os aprecio más de lo que podéis pensar. Sois buena gente y lo que siempre he querido es que, además de daros cuenta de las cosas, actuéis en consecuencia. Sé que me quejo mucho de alguna de vuestras actitudes pero pensad que si lo hago es porque sé que van en vuestra contra. También creo que es de justicia reconocer lo mucho que habéis cambiado. Os hacéis mayores y con la edad vais pensando más en lo colectivo y menos en lo individual. Es el camino... Además, tenéis un reto en el futuro más inmediato: de vosotros depende la continuidad del club, los equipos o lo que seamos. ¿Estáis dispuestos? ¿Entendéis de lo que hablo? Espero que os guste el verde tanto como a mí.

En cuanto al equipo de los purelas, sólo una cosa. Durante todos estos años lo he pasado realmente bien. Desde el primer día encontré a gente dispuesta a dejarme entrar en esa secta que es la vuestra. Supongo que el hecho de ser un máquina sobre el terreno de juego me ayudó bastante. Hoy, con el número tres a punto de formar parte de mis pasteles de cumpleaños, tengo la suficiente capacidad para entender que merece la pena formar parte de vosotros. Os considero mis amigos. Y no me avergüenza escribirlo, todo lo contrario, es necesario para mí que lo sepáis. Son bastantes años de gritos en el vestuario y de remontadas con dos cojones, pero por encima de todas las cosas, son bastantes años de risas, de compañerismo y de buena compañía.

Y por último, a toda la gente que llegó del más allá: Dani, Desi, Víctor, Eli, Óscar, el gran Sergito. Gente como vosotros no podía acabar en otro sitio que no fuera el Muntaner. Gracias.

Reconozco mi extenso discurso pero es que me he puesto melancólico. Hoy he hablado con José (del AMPA) y me ha dicho que las responsables de dicha asociación se niegan a dar de alta de nuevo las fichas. Que ya es demasiado tarde. Me huele mal. Muy mal.

Me despido. Antes, un último apunte dedicado a Medina. Sergio, cuando te veo jugar vuelvo a recuperar la fe en la camiseta verde. Mis relaciones sexuales dieron un vuelco desde que fichaste por el equipo. Ahora sonrio cuando oigo decir que este o aquel equipo tienen un tío que juega mucho. Entonces, yo pienso: nosotros tenemos al burlanga mayor del reino. El día que nos dejes, cosa que espero no suceda nunca, una nube negra se posará sobre la pista de cemento y ya jamás los pajarillos volverán a cantar. Sólo serán capaces de recordar que alguna vez, un tío canijo y de piernas largas, bombardeó las escuadras de metal.

EL KAISER VERDE

Miraba al frente. Una gota de sudor resbalaba por su cuero cabelludo. En el colegio le apodaban Gravesen pero, en el fondo, sabíamos que su verdadero nombre era Franz.

Franz no pretendía marcar cuatro goles en cada partido. Sabía que no era su fuerte. Aún así, era capaz de emocionar al resto del equipo cada vez que corría hacia la portería contraria lleno de ilusión y sin un ápice de oxígeno corriendo por sus arterias cerebrales. Franz llegaba al remate con la mirada perdida, a pesar de preparse para afrontar duras marathones, el deporte que amaba le exigía un esfuerzo anaérobico que lo llevaba al límite.

Siempre recordaré aquel partido del año 2008. El equipo había perdido frescura. Las crisis internas y las directrices del nuevo entrenador, el señor Pedro Cabezas, habían degenerado en un ámbiente un tanto hóstil, inadecuado para desplegar el juego técnico de aluno de los jugadores. Estábamos en el vestuario. El mister trataba de darnos instrucciones para hacer frente al líder. Visitábamos el pabellón del mejor equipo de la categoría y la cosa pintaba verdaderamente mal. Até mis zapatillas y después de volver a tragar restos del whisky de la noche anterior, levanté mi cabeza. Allí estaba Franz. Sonreía. Simplemente, sonreía. En aquel preciso instante me percaté de que el partido sería diferente a lo que más de uno esperaba.

En el minuto quince de la primera parte Franz había hecho enmudecer a la afición rival. Dos goles percutiendo entre los defensores del equipo rival y un pase milimétrico, ante el cual sólo tuve que acomodar la posición de mi cuerpo para convertir en gol, habían decidido la cuestión. La afición rival se quejó del árbitro, el equipo de casa nos acusó de especuladores y el mister creyó que su táctica había funcionado. Yo sabía que habíamos ganado gracias a Franz. Y no por sus goles, ni por sus asistencias, sino por su sonrisa.

Franz, que sepas que es un placer jugar a tu lado.

UNA TARDE PERFECTA

Mi tarde perfecta empieza cuando abro las puertas del colegio. Suelo cerrar el candado, echar un vistazo rápido a la pista e inspirar hondo mientras imagino el gol que voy a marcar por toda la escuadra. Mi sonrisa se borra inmediatamente cuando compruebo que son las 17:15 y lo más parecido a un ser humano que hay cerca de mí es el palo de la escoba con el que estoy barriendo. Como un reloj, a las 17:20 me empiezo a cagar en la puta madre de algún miembro del senior A. Me prometo a mí mismo no volver a sacar los bancos. Lo peor es que "Pasión de Gavilanes" ya está a mi lado. Está de mala leche porque no ha podido dormir siesta y encima la Dolores no le ha dejado mojar el churro. Creo que sería capaz de matar por él pero en esos momentos siento unas ganas enormes de penetrar su ano con la misma escoba con la que barro. ¡Joder Jose, que ya sé que son unos impuntuales pero deja de taladrarme y ayúdame con las redes!

A eso de las 17:30 llega el árbitro y el equipo rival. Suelen pillarnos en el momento en que hay siete tíos intentando deshacer los nudos marineros que se forman en las putas redes. Hasta los huevos. Lo mejor de todo es la cara de plástico que se les queda a los jugadores de los equipos que vienen, acostumbrados a jugar en pabellón. Empiezan a arrastrar los pies por el asfalto y valoran mentalmente la pasta que se van a dejar en yodo para curar las heridas de esa tarde. Es lo que hay chatos.

A las 17:40, y después de haberse fumado los cuatro cigarritos de turno hablando de la papa de la noche anterior, consigo meter a los gorrinos en la pocilga (es un recurso metafórico). Me cambio con ellos.

17:45. Salgo de la pocilga y veo al otro equipo calentando. Todos uniformados, motivados, calentando juntos, animándose. Los gorrinos siguen dentro. Se creen que por ronearse dentro van a calentar menos. Aprovecho el impasse para entrar en la caseta del colegiado y coger varios balones. Abro la puerta y veo al referee. Creo que el de hoy no es de los más retrasados pero el pestazo a pies del vestuario me da a entender que no tiene pareja. Conclusión: sus huevos, a rebosar, provocarán un aluvión de tarjetas durante las dos próximas horas.

18:00 Empieza el partido del senior B. Soy un manojo de nervios en el banco. He amordazado a Gavilán y he sobornado a Santiago con un Larios para que vaya a por los balones que salen fuera. Hoy los ultras han venido más ruidosos que nunca. Mamá Gavilán y Mamá Prieto le sueltan cuatro frescas al primero que toca a sus hijos. A veces me dan miedo. Ramiro está muy atento en la banda contraria. Balón que le llega, balón que le pasa por debajo al intentar controlarlo. Está claro que la técnica futbolera no se lleva en los genes.

A todo esto, me empiezo a sulfurar. No somos capaces de dar dos pases seguidos en condiciones. En el fondo no nos sentimos a disgusto siendo dominados. De vez en cuando lanzamos alguna contra peligrosa y si Sergio está inspirado, el entrenador rival tiene que pedir un tiempo para dejar claro a los suyos que marquen de cerca al número tres.

Descanso. 0-0 y al vestuario. Intento animar a los chavales. Trato de sintetizar y sé que ha llegado la hora de volver al campo cuando empiezan a hablar de las guarrillas que no se pudieron tirar anoche.

Los segundos tiempos son más tensos. En el minuto 10 de la segunda mitad David lleva una amarilla y desde la lejanía observo un leve temblor en su labio. Alarma! De repente, sus siete compañeros de equipo, Gavilán (ya zafado de la mordaza) y toda la afición local empiezan a reclamar el cambio: Javi, cambia al Davideño! ¿no ves que ya se le han cruzado los cables?. Me enfado, me toca los cojones que me digan que tengo que cambiar a alguien, además confio en él, sé que será capaz de autocontrolarse.

Minuto 11. David expulsado por romperle el tobillo a un tío del otro equipo. Miradas asesinas caen sobre mí.

El partido está tocando a su fin. Sigue 0-0 y el entrenador rival se desespera gritando a los suyos que abran el campo. Por dentro me descojono y los chavales del otro equipo se acuerdan de la mamá de su mister. Se juegan el ascenso y el empate no les sirve. Ya juegan de cinco. Sólo quedan dos minutos pero somos los imitadores perfectos del Catenaccio puro. De pronto, el pivot rival pierde la bola que, mansamente cae a los pies de Lafuente junior. No levanta ni la cabeza. Sabe exactamente donde están las cuarenta y dos personas que hay en el recinto escolar, incluyendo a Dani del senior B que está pegando una buena cagada en el vestuario. El balón hace una parábola perfecta y entra por toda la escuadra. 1-0. Tres puntos fieles a nuestro estilo.

Justo tras el pitido final, saludo al mister y a los jugadores del otro equipo. El rictus de su cara se podría definir como un agilipollamiento sorprendido.

Entro en el vestuario y, mientras trato de evitar ser rozado por alguna polla sudorosa, me quito el pantalón de chandal para salir a la pista, esta vez como jugador.

Lo primero que veo al pisar de nuevo el terreno de juego es a Valentín haciendo pasos de Capoeira. No, me equivoco, está intentando rematar un balón elevado. Giro un poco la cabeza y veo a Abel tocándose los musculitos y riéndose con Ciria de lo malos que son los rivales. Unos metro más allá está Yeyu dando instrucciones a Víctor de cómo situarse al jugar de pivote. Yo creo que está pensando, lo que tú quieras nen pero cuando me llegue la bola me la juego que para una que me pasáis hay que meterla. Justo al lado, en el círculo central está Castro. Ya está gritando el puto enano. Como todos los sábados se está metiendo con todas las féminas de la familia de Pedro que, enfundado en su elegante chaqueta de cuero, calienta a Raúl, el mejor portero de la categoría. Desi, por su parte, calienta con intensidad. El pobre chaval se lo sigue tomando en serio. Parece un tío muy sacrificado y te dan ganas de ser como él, lo que pasa es que luego, cuando se gira y ves las lupas de motociclista de los años veinte que lleva puestas pierde toda la credibilidad. Dani sigue cagando y Manel no ha podido venir, hoy le toca trabajar. Echaré en falta sus desplazamientos en largo. Es una lástima que nuestra pista sólo mida treinta y pocos metros.

¡Este es mi equipo!

Al final 7-6. El rival era una banda pero hasta que no se han puesto 0-5 no hemos empezado a jugar. He metido un gol de doblepenalti por la escuadra en el minuto 49. Miro al cielo y se lo dedico a Sergio. ¡Grande Muntaner! Creo que lo ha dicho él.

La tarde ha sido perfecta.