domingo, 21 de septiembre de 2008

TRANSOCEÁNICA

Y este para ti, Marta. No hay nada más transoceánico que el amor entre hermanos.

EL INDIO

Este va para ti Manel. Verdurita buena!!

RENATNUM, EL REINO DE LA LIBERTAD

Había una vez, hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, un pequeño reino en el cual vivían unos pequeños seres de color verde. Aquel pequeño reducto se llamaba Renatnum y dicen que era lo más parecido al paraíso que podía existir.


Renatnum estaba situado en una pequeña colina que bordeaba el valle del río Llobertag y, desde hacía varios años había sido asediada por los grandes poblados adyacentes, poblados con muchos más recursos, poblados que además recibían el apoyo de los señores de Hostilapet, el imperio que englobaba a los pequeños reinos de los alrededores.


El pequeño reino de Renatnum fue fundado por una serie de pobladores de otros reinos más grandes del valle del Llobertag los cuales, hartos de las imposiciones arbitrarias de sus reyes, habían decidido emigrar. Todo comenzó cuando Rico, el actual rey de Renatnum siguió el rastro de un viejo sabio del valle, conocido por multitud de gentes en la zona y con fama de revolucionario y bolchevique. El viejo sabio era conocido por su capacidad de iluminar a todo aquel que hablaba con él y, según decían los que se habían encontrado con él, era capaz de iluminar al más abyecto de los seres. El principal problema, o más bien, la principal dificultad con la que se encontraba el sabio es que no era bien visto por los señores de Hostilapet a los cuales no les hacía la menor gracia que un viejo chocho e idealista fuera capaz de hacer pensar a los demás por sí mismos. Los grandes señores, enfadados con él habían decidido exiliarlo a la colina más alta de todo el valle.


Volvamos a Rico. Como decía, Rico había sido ciudadano de un gran reino del valle. A pesar de sus buenas relaciones con la gente de su pueblo, nuestro amigo tomó la decisión de ir en busca del sabio. Rico, bonachón por naturaleza se había dado cuenta de que en los reinos de Hostilapet no se ayudaba a los niños a expresar sus sentimientos. Se dio cuenta de que, a pesar de lo que decían los grandes señores, lo único que importaba en aquellas tierras era mantener el status adquirido por los poderosos alienando al resto de la población, haciendo de los seres humanos seres sin conciencia propia, seres manipulables y sin corazón.


El joven Rico escogió a los compañeros más fieles y más eficaces de su poblado y los reunió alrededor de una botella de Jack Daniel's.


- Chicos, ha llegado la hora de que hagamos algo bueno por este valle. Creo que ha llegado la hora de que empecemos a ayudar a la gente de este lugar.


El pequeño Cartos, un labriego pequeñito pero con mucho empuje hizo de abogado del diablo.


- Joder Rico, ya estamos con las gilipolleces. Déjate de tonterías y pasa el porro que me tienes a dos velas. ¿No entiendes que nunca podremos con los grandes señores?


- Te equivocas Cartos. Si me ayudáis, iremos en busca del gran sabio de la colina y lograremos establecer un reino donde se fomente y se practique la libertad de pensamiento, el respeto a las mujeres y los hombres y la ilusión por compartir ratos juntos en igualdad y armonía.


Cartos no estaba convencido del todo pero en el fondo de su corazón sabía que su amigo tenía razón. Además, era consciente que los demás elegidos, Lamen, Yuye, Sureza y Laven darían todo lo que llevaran dentro para llevar a buen puerto la idea.


El viaje fue costoso. La colina no estaba cerca y habían tenido que dejar a sus antiguos amigos atrás. Todo por una causa noble, todo por un horizonte de justicia e igualdad.


Al séptimo día llegaron a la cima de la colina. Para su sorpresa encontraron al sabio justo allí, sentado tranquilamente y aspirando de forma ávida un liadillo de una hierba común por aquellos lares, una hierba llamada Ducados. Rico se dirigió al viejo y de forma reverencial se agachó para saludarlo.


- Señor. Mi nombre es Rico y estos son mis amigos Cartos, Laven, Sureza, Yuye y Lamen. Hemos venido en tu busca para que nos ilumines con tu sabiduría y, si no te sabe mal, para educar a los niños del valle que quieran venir a esta colina.


- Para empezar, yo no soy ningún señor. Chaval tengo los huevos pelados de ver a gente como tú que quiere hacer algo por los demás y luego, en cuanto huelen algunas monedas de oro salen corriendo para conseguir una posición favorable. Estoy hasta las pelotas de politicuchos de poca monta y me da en la nariz que tú vas por ese camino.


Rico se quedo perplejo al tiempo que los otros cinco se descojonaban de la risa y se miraban las pollas para comprobar que no se estaban meando en los pantalones. Leman, el más centrado de todos contuvo el pipi y después tomó la palabra.


- Hola, yo soy Leman y soy amigo de Rico. Por tu forma de expresarte veo que estás algo quemadillo con los señores del valle pero no te preocupes, nosotros somos jóvenes de buen corazón cuya única pretensión es disfrutar a tu lado de algo de libertad.


- Tú me caes mejor. Lo malo es que no tienes mucho pelo y si a tu edad estás así no quiero pensar como estarás el día que tengas hijos. Por lo demás, me has convencido. Os asigno un grupo de pequeños a razón de cien monedas al mes.


- Hecho!


- Pués no se hable más, bienvenidos a este reducto de libertad y buen rollo. Bienvenidos a Renatnum. A partir de ahora vosotros sois los responsables de que todo esto vaya hacia delante.


El resto de la historia ya os la contaré otro día pero que sepáis que en este poblado de nuevo cuño las personas que llegaban acababan volviéndose un poco verdes y aún no se sabe por qué todo aquel que alguna vez pisaba aquella colina acababa volviendo más tarde o más temprano. La leyenda dice que el reino de Renatnum abría los ojos y el corazón del que allí vivía y dice que, a pesar de los viajes de alguno de sus pobladores, siempre, siempre, quedaba parte de su alma en el lugar más alto de la colina.

jueves, 4 de septiembre de 2008

TXIRINGO (DAY 1)

Bueno, un año más la temporada futbolera comienza con el txiringo que ponemos para la fiesta mayor del barrio. Son muchas horas de trabajo: limpieza y acondicionamiento, cocina, barra, etc.

Son nueve días y, a pesar de lo largos que en ocasiones se nos hacen, merecen la pena. En primer lugar, merece la pena porque con lo que ganamos nos financiamos media temporada aproximadamente, cosa que, para la mayoría de nosotros, es fundamental. A pesar de lo anteriormente mencionado lo mejor de todo es, sin la menor duda, la cantidad de buenos ratos que se acumulan a lo largo de las fiestas. Sí, es verdad que acabamos cansados, pero no es menos verdad que acabamos muertos de la risa en las horas de vigilancia o que nos acabamos sintiendo tremendamente orgullosos de sacar, año tras año, el garito hacia delante.

Desde aquí me gustaría mandar un fuerte abrazo a todos mis compañeros y a toda aquella gente que va a prestarnos su apoyo en estos días. También un saludo a aquellos que, aunque ya no puedan venir, han hecho el esfuerzo de acudir al rescate esas noches de interminables colas, gente hambrienta que mataría por una ración de pinchos y una caña.

Por último, invito a todo aquel que lea estas líneas a pasarse por el txiringo del Muntaner, el mejor txiringo del mundo. Claramente no vamos a optar a una estrella Michelin pero os garantizo que el que venga será recibido con los brazos abiertos.

La foto es del txiringo del año pasado. Como podéis ver, la chistorra es mi especialidad, ¿o la de Yeyu?