sábado, 23 de enero de 2010

viernes, 15 de enero de 2010

ALEVIN A

Hace un par de horas que he llegado a casa. He venido de entrenar a los chic@s de mi vida. Son trece. Unos más altos, otros más bajos, pero todos fenomenales. Este año he tenido la suerte de ser el responsable, monitor, entrenador, o lo que quiera que sea, del Alevín de la Associació Esportiva Bellsport, cargo del que me siento especialmente orgulloso.

Mi intención era la de colgar una foto para poder hacer las presentaciones como es debido pero creo que ya conocéis las limitaciones de mi puto PC (en este caso no es Personal Computer sino Puto Cacharro). En cualquier caso, hacía días que tenía ganas de colgar por aquí un post que hablara un poco de estos pequeños cracks del fútbol.

Hoy han ganado el partido por diecisiete a cero. Y creedme cuando os digo que he hecho de casi todo para que el resultado no fuera tan abultado: les he obligado a defender bien atrás, les he obligado a tocar el balón más de cinco veces antes de empezar el ataque, he tratado de que no contratacaran demasiado, pero nada. Como diría Pep Guardiola: es que són molt bons. Aunque, si os soy sincero, no estoy escribiendo estas líneas para reflejar lo bien que juegan al fútbol sala sino, y ahora me percato, para expresar de algún modo el afecto que han despertado en mí en tan solo cinco meses de relación. Es curioso. Es curioso el cariño que se les puede coger en tan poco tiempo. Y lo que se puede llegar a pensar en ellos. De hecho, podría escribir un post para cada uno. Hablando de su carácter, de su forma de relacionarse, de su forma de jugar, de como se relaciona su personalidad con su juego, de quien es más sentimental y quien más racional, de la hiperactividad de Carlitos y su buen corazón o de la pachorra de Adrián y su talante perpetuo. Y de lo cuentista que es cada vez que le rozan.

Hablaría durante horas. Hablaría de la capacidad de Vázquez, de su espíritu solidario, de su generosidad en el esfuerzo, de su ejemplaridad sin buscar protagonismo. Hablaría de la sensibilidad de Carles, de su pasión sobre la pista, de su valentía. Y de Manel, de lo que ha mejorado en pocos meses, de su aportación relajada. Del sentido del humor de Guillem, de su actividad en la pista, de lo que me cuesta que juegue al primer toque. Hablaría un buen rato de Sergio, de su portentoso físico, de la frustración que me provoca no saber cómo hacerle entender que esto es un juego en equipo, de cómo, a pesar de todo, cada día es más generoso, y bien que me lo recuerda. Hablaría de María y de su proceso de integración, lento pero seguro, del gol que ha metido hoy. El primer gol de María! Grande María! Sólo tienes que confiar más en ti. Hablaría de Ruiz, o rei del futsal, de cómo ve la jugada dos segundos antes que el resto de los mortales, de cómo flota sobre el terreno de juego, de cómo no abusa de su aplastante superioridad. Hablaría de Vera, aparentemente desgarbado pero bueno donde los haya. Además de un gran sentido del humor y de sus pecas, suelta unos zapatazos increíbles. A veces me parece mentira que tan sólo tenga once años. Me da la impresión de que un día de estos rompe la portería en dos.

Si tuviera tiempo hablaría del capitán, Álex, inteligente, decidido a tomar la responsabilidad. Hablaría de sus ganas de destacar, de hacer las cosas bien. De cómo me cuesta hacerle entender que no se puede reprochar tanto los fallos a sí mismo, que eso juega en su contra y que se sienta liberado para fallar. Álex, si fallas, no te machaques y trabaja para solucionarlo.

Y hablaría de los porteros. De las ensoñaciones diurnas de Rubén, de lo que me alteran sus contínuos chutes a cualquier cosa redonda que pase por su lado, de lo decidido que es bajo los palos. Y hablaría de Aparicio, Apa para los amigos, de lo buen portero que es, del futuro que tiene por delante, de lo buen chico que es, del gran futuro que le espera como persona, de lo que está ayudando a María.

Hablaría mucho. Y siempre en positivo. Ellos lo merecen porque en este equipo si alguien está aprendiendo, si alguien está disfrutando, si alguien se está divirtiendo, ese soy yo.

Ojalá ganemos muchos más partidos. Aunque yo ya he ganado más de lo que esperaba. Y no me refiero a puntos.

1,2,3...Bellsport!!

miércoles, 13 de enero de 2010

REINTERPRETANDO EL MUNDO

Hace sólo unas horas que he acabado de leer un libro que me regaló mi hermana Marta (la mejor Marta del mundo) el pasado fin de semana. El libro en cuestión es "El mundo amarillo" de Albert Espinosa.

Espinosa explica, invitándonos a entrar en su mundo de fantasía y realidad (todo a la vez), cómo su lucha, durante ni más ni menos que diez años, contra el cáncer le ayudó a reinterpretar su realidad más cercana y cotidiana.

Después de leer sus casi doscientas páginas la única duda que me asalta es si fue su lucha contra el cáncer la que le hizo ver la vida como la ve o, sencillamente, el tío ya venía así de serie. Lo que quiero decir es que si bien es verdad que el autor ha aprendido mucho de su experiencia, también me da la impresión de que su optimismo, coraje y sentido del humor ya formaban parte de su mochila vivencial.

El mundo amarillo es muy fácil de leer y se hace realmente ameno por la naturalidad que Albert Espinosa habla de temas tan tabús y apartados de las conversaciones cotidianas como el cáncer o, sobretodo, la muerte. Si uno siente alguna aversión, como es mi caso, a los libros de autoayuda, puede sentir cierto rechazo en las primeras páginas, temiendo una retahíla de consejos y máximas sin demasiada conexión pero, si no se desespera y se es capaz de tomar conciencia de que al tío que escribe le falta una pierna y un pulmón, es bastante probable que nos demos cuenta de que nos comportamos como auténticos gilipollas en demasiadas ocasiones. Y, seguramente, lo mejor de todo, tomas conciencia de que las putadas de la vida se pueden interpretar de muchas maneras y que, puestos a hacerlo, mejor jugar en nuestro favor y no hacernos la zancadilla a nosotros mismos.

Sí, sí, lo sé. Es duro leerme en plan espiritual pero es que es la puta verdad. Me acojona la capacidad que tenemos de regocijarnos en nuestra propia mierda. Y lo peor de todo, siempre, siempre igual, sin darnos ni puta cuenta de cómo nos damos por culo a nosotros mismos. De verdad, el jodido problema es la falta de conciencia acerca de nosotros mismos y, en consecuencia, de los demás. Es curioso que no seamos capaces de ver cómo la cagamos muchas veces. Creo que lo que subyace a la falta de conciencia es el miedo, el miedo a afrontar verdades dolorosas, el miedo a perder lo que creemos que tenemos, cosas o sentimientos que, en realidad, nos poseen a nosotros. Puto miedo a experimentar. Puto miedo a ser nosotros mismos, a afrontar que puede que me rechacen si soy como me siento a gusto. Es el puto miedo. Y, claro está, para no dañar nuestro ego, para no responsabilizarnos de nuestras limitaciones y de nuestra cobardía nos montamos la película, nos creemos cosas que nos ayudan a no mirar adentro. Nos creemos nuestras falsas verdades y entonces aparecen los puntos ciegos, los mecanismos de defensa, los argumentos que nuestra mente crea para darle la vuelta a la tortilla de la realidad. Hay que joderse, la tortilla de la realidad, con lo pinochón que me ponen las tortillas.

Lo que manda huevos es que hayan pasado la tira de años desde que el hijo puta de Sócrates soltara lo de "Conócete a ti mismo" y que como seres pensantes y, más importante aún, como seres amantes, no hayamos tenido la capacidad de mejorar en nuestra capacidad introspectiva y conectar con el auténtico ser. Lo sé, algunos pensaréis que estoy algo enfermo, otros, que estoy bastante jodido y, los demás, que ya he llegado al puto punto de no retorno de la locura pero lo que me pasa, además de no dormir siesta, es que mi propio miedo, mi propia cobardía, hace que me dé cuenta del miedo que siente el que tengo a mi lado. Será empatía, será verse reflejado en los demás. No lo sé, pero leer la experiencia de un tío como Espinosa hace que entienda que el miedo de poco sirve en la mayoría de los casos. Leyendo a tíos como Albert me doy cuenta de que el miedo, casi siempre, aparece cuando interpreto mi entorno como una amenaza. Y eso, la interpretación de mi mundo, tiene que ver conmigo, con lo que yo pongo de mí en esa visión del mundo.

Como le hubiera comentado a uno de mis "amarillos", al que conocí en mi maravilloso viaje a China: Patapam!!