martes, 13 de octubre de 2009

DOLOR DE PEZONES

Ya no hay marcha atrás. Acabo de hacerlo. Me acabo de inscribir en la mitja marató del mediterrani. 21 kilómetros de sufrimiento y roce para mis rosados pezones, pezones hoy fustigados y escocidos por la escapada de ayer por la tarde.

Estoy acojonado. Basándome en la experiencia de hace unas horas, no sé cómo saldrá la locura del domingo. Si ahora mismo tengo las piernas bastante bloqueadas después de correr catorce kilómetros no quiero ni pensar en lo que me van a suponer siete más. Pero lo peor no ha sido el dolor de piernas. Lo peor, sin duda alguna, es el escozor de pezones que siento. El puntito de sangre que apareció en el centro de mi teta me hizo tomar conciencia de lo mal que lo puedo llegar a pasar en carrera. ¿Qué cojones me pongo en los pezones? Joder, nunca imaginé que me pudiera preocupar una cuestión de ese calibre. Será cuestión de informarse.

En cuanto al aspecto psicológico, estoy animado. Me siento con fuerzas y ganas pero el hecho de no haber pasado nunca de catorce kilómetros en los entrenamientos hace que afronte la cursa con mucha cautela. Ahora mismo, soy una incógnita para mí mismo. Como os digo, la única referencia la tengo en los entrenamientos de más de diez mil metros que he realizado, doce algunas veces y sólo una vez catorce (ayer). Y lo que me dice esa experiencia es que voy a andar muy justo de piernas lo que pasa es que mi único objetivo por ahora es acabar, con lo cual, si no me rompo, espero cruzar la línea de meta, aunque sea haciendo seis minutos por kilómetro el último tramo.

No sé. Ya veremos. Ahora, mezcla de emoción y de respeto absoluto por la distancia pero con un fondo de optimismo que espero me acompañe hasta el último metro. Un último metro que debe ser una gozada.

Aún así, ¿qué me pongo en los pezones?

miércoles, 7 de octubre de 2009