domingo, 16 de noviembre de 2008

LA CACA

Escribo estas líneas entre retortijones. No, no soy masoquista. Simplemente, me gusta demorar un poco la salida del mojón. Es una cuestión hedonista. Mi placer aumenta en un grado importante cuando soy capaz de hacer esperar el momento súblime de soltar tremendo lastre. Que nadie se eche las manos a la cabeza. No estoy hablando de pegarme cuatro días cagándome vivo por obtener un placer momentáneo. Tampoco se me va la olla, aunque si habéis llegado hasta aquí probablemete lo pongáis en duda. Me refiero a aguantar cinco o seis minutitos de presión para que la posterior excreción me haga recordar que lo importante se encuentra en las cosas más sencillas de la vida.

Hay muchas personas a las que todo el tema del cagar les chirría. Asocian un buen truño a algo asqueroso. Evidentemente, yo no soy una de ellas. A mí me mola mucho el tema. En un primer estadio, me gusta el acto de cagar en sí mismo. Sí, paladeo el momento, y cuando digo paladeo el momento, me refiero a que paladeo el olor de la caca literalmente: hoy, caca añeja, hoy, caca afrutada, hoy, caca triguera (es la del día de espárragos trigueros), una caca de gran bouquet, hoy, caca de diarrea y así, hasta el infinito. La mierda o el excremento, como llaman algunos, es todo un universo. Y esto va totalmente en serio. No os podéis llegar a imaginar la cantidad de maneras diferentes que existen de limpiarse el culo. De verdad. Yo, ingenuo de mí, egocéntrico si queréis, pensaba que todo el mundo se limpiaba el culo de la misma manera, o sea, como yo, hasta que un día salió la conversación con mis amigos. Para mi sorpresa, descubrí que, de los cuatro que éramos en aquel momento, niguno coincidía en la técnica del limpiado anal. En mi caso, parece ser que soy de los comodones-observadores. Cuando noto que el esfínter ha retomado su estado original, unos diez minutos después de haber excretado la cabeza del misil tierra-agua, cojo el papel higiénico, lo doblo en cuatro y procedo a limpiar todo lo que es la raja levantando ligeramente una nalga de la confortable y ya calentita tapa del wáter. Levanto la nalga, meto la mano que sujeta por un lateral el papel entre el hueco de mi cuerpo, ligeramente ladeado, y el sanitario y lo paseo suavemente, hundiendo, poco a poco, el papel en la zona a limpiar. La primera pasada siempre es de reconocimiento y retirada de lo grueso (para quitar lo gordo vamos). Es el momento de rescatar alguna partícula rebelde que ha quedado suspendida de los pelos intraculares. Es un momento crítico ya que la masa de la caca se iguala a la del papel y si no vas con cuidado puedes llegar a quebrar el trozo de celulosa, con la consiguiente introducción del dedo corazón o anular en la zona corrosiva. El peor de los escenarios, en este sentido, es el de llevar las uñas largas. Te huele el dedo a mierda hasta que lo utilizas para introducirlo en otra sustancia que huela más fuerte. Pero, retomando el hilo, la experiencia hace que se supere está problemática en seguida, excepción hecha de la caca-agua que aparece en momentos de fragilidad intestinal. Como decía, un vez efectuada la primera pasada, saco el pedazo de papel higiénico, con bastante más peso del inicial, y observo el color y la textura de mi deposición. No invierto demasiado tiempo en esta acción, el justo para hacer una doblez justo por la mitad, porque al tener el papel cerca de la cara corres el riesgo de daños colaterales. Ah, importante! Cuidado al sacar el papel por el hueco porque en ocasiones te tocas el moflete del culo con la parte enmerdada con la consiguiente pérdida de tiempo en retirar el estropicio de esa zona. Pues eso, saco, doblo y vuelvo a meterlo. Así tantas veces como sea necesario, habiendo utilizado sólo dos veces cada trozo de papel cortado. Es mi regla de oro: el papel que corto de una vez sólo lo paso dos veces por mi culo. Cuando digo tantas veces como sea necesario debo aclarar que hasta cierto límite, de hecho, para mí, el color marrón pastel es el límite.

Esto que os explico es, o mejor, era, la manera en que creía que todo quisqui se limpiaba. Los otros tres me hicieron ver la luz. Estaba el mepongodepie-mevuelvoasentar. Uno de mis colegas tiene el hábito de ponerse de pie cuando se limpia el culo. Increíble. No daba crédito. El tío, ni corto ni perezoso, se levanta con la polla colgando (gotita de pipi volando contra la pared de enfrente, fijo) y se pasa el papel pol culo. Para más INRI, resulta que no mira a la hora de doblar el papel. Otro de mis colegas se lo limpia en sentido inverso (este me produjo ganas de vomitar). El tío se mete el papel por la zona abdominal y se pasa el papel de atrás hacia adelante (es como si fuera una tía que se limpia el chocho después de mear pero metiéndose la mano en el ojo del culo)Espectacular! Lo que no alcanzo a comprender es como un tío se puede quedar tan tranquilo dejándose los huevos llenos de mierda, porque a mí no me jodas, si te limpias el culo así los huevos te los llenas de mierda sí o sí. Pues el tío, tan feliz. Por no hablar del efecto gota de pipi rebelde que, si en el caso del anterior iba a parar a la pared, en este va a la mano que penetra por delante con una probabilidad del cien por cien. Si pensáis que soy guarro por escribir esto pensad en mi colega el de la caca chochera y lo mío queda en una nimiez.

Por último, el crack de los mojones. Yo lo llamo "el bolillas". Resulta que su técnica corporal confluye con la mía (cuerpo ligeramente inclinado hacia un costado, siempre el izquierdo para dejar trabajar a la mano derecha, en el caso de los zurdos entiendo que al revés aunque con Rafa Nadal no me mojaría) pero resulta que el tío guarrindongo hace una bolilla de papel antes de pasársela por detrás. Vaya jugón! Se puso pesao pero a mí no me hace creer que no se mancha la mano.

En definitiva, es un tema que da mucho de sí. Y, ahora, un poquito más en serio, lo de la diversidad del comportamiento a mi me acojona. Por eso, ante el choque cultural, ante la diferencia social, ante cualquier aportación o visión diferente a la propia....TOLERANCIA, aunque, después de lo anterior, mi índice de credibilidad estará bajo mínimos.

Espero nuevas aportaciones. Os lo digo de verdad, me interesa mucho. Y es que, como diría Xavier Grasset, el comportamiento social es una jungla....

RESET

Para los garrulos de la informática, grupo social al cual me adhiero no sin poco orgullo, cuando el ordenador o cualquier aparato eléctrico, semi-eléctrico o a pedales empieza a hacer el tonto, optamos por:

1- Pegarle un golpecito en el lateral.
2- Pegarle un golpecito un pelín más fuerte.
3- Meterle ya un buen viaje, en plan ¡me cago en dios y en su puta sangre!
4- Hacer un Reset.

Pues bien, creo que en el senior B hemos llegado a la fase cuatro. Después de lo de hoy, hay que pararse un momento, respirar hondo y volver a empezar. No estoy hablando de resultados. Estoy hablando de parar el carro de las descalificaciones.

En primer lugar. Vamos a darnos una tregua como equipo. Está claro que la cosa no va bien. Dos empates y tres derrotas contundentes lo hacen palpable. Eso no quiere decir que no sepamos hacerlo mejor, todo lo contrario, quiere decir que hay gran margen de mejora. Pero tíos, calma. Prácticamente no entrenamos juntos. Con suerte, un día a la semana estamos cuatro o cinco tíos del equipo. Eso significa que no podemos estar coordinados, significa que el estado físico tampoco es el óptimo y significa que por mucho que queramos es complicado competir con equipos que si que hacen todo lo anterior. Dicho esto, me parece de cajón, aunque sorprendentemente no lo recordemos, que venimos los sábados a DIVERTIRNOS, y cuando digo a divertirnos no me refiero a hacer el canelo y tirar cuatro caños, me refiero a tratar de disfrutar de la competición con gente que, sin duda alguna, nos caemos bien.

Perder un partido da rabia. A mí, personalmente, me jode bastante. Lo que ocurre es que ha llegado un momento de mi dilatada carrera en estas ligas de dios, en el cual, valoro más un rato de juego en equipo y competición que un resultado positivo. Me explico. Me suda la polla ganar o perder. Ojo, esto último no quiere decir que cuando pise el terreno de juego no intente dar lo mejor de mí mismo, que todo sea dicho, a mi pesar, cada vez es menos, cosa que, por cierto, no dejáis de recordarme, hijos de puta. Lo que no me suda la polla es tener que estar cada partido escuchando reproches. Por tanto, después de ostiar al puto ordenador (para los que no pilléis la metáfora, el equipo), sólo queda resetearlo.

Vamos a olvidarnos del marcador. Os lo pido por favor. Vamos a saltar al campo pensando en disfrutar. Sin reproches. Sin críticas. Sólo intentando jugar a FÚTBOL. Os acordáis cuando eráis pequeños y bajabáis al portal a chutar contra la pared. O cuando quedabáis con el vecino para hacer unos toques, o unos pases, o unos chutes a portería vacía imaginando al portero rival. De verdad, vamos a pasar de amargarnos. Aunque sólo sea por hacer la prueba. Pensadlo así, si cabreándonos porque no sale una jugada no nos funciona, ¿qué hay de malo en tomárselo de una forma más positiva? Vamos a olvidarnos del marcador. Si el peor de los escenarios es el descenso, imaginemos que estamos en él. Imaginad que el senior A va a bajar y que ya no dependemos de nuestros resultados. Vamos a probar a jugar sin presionarnos los unos a los otros y, sobretodo sin presionarnos a nosotros mismos.

Sé que este foro de opinión cada vez se visita menos pero también sé que, quien más quien menos, le echa un ojo. En serio, vamos a empezar la liga otra vez. Pero ahora de buen rollo. Prometo pegarme unos canticos de Bisbal en el vestuario para el próximo partido.

Ánimo chavales. Ánimo. Hacedlo por Bisbal.